Antioxidantes, alimentación y actividad física: las herramientas para reducir el estrés oxidativo

Hoy se piensa que los procesos orgánicos del envejecimiento e incluso el origen de casi todas las enfermedades crónicas conocidas y de alta prevalencia (desde el cáncer hasta los factores de riesgo cardiovascular) están íntimamente relacionados con el estrés oxidativo.

Para entender qué son y cómo actúan los radicales libres, hay que saber que son moléculas residuales que producen nuestras células por el sólo hecho de respirar, de consumir parte del oxígeno que les llega por el torrente sanguíneo.

Apenas se forman (con una velocidad del orden de las milésimas de segundo), impactan contra otros componentes de la célula para lograr la estabilidad a través de la unión química.

Pero esta nueva unión química, llamada oxidación, a la larga altera la constitución celular.

Esta agresión en minúsculas cuotas es aleatoria, es una verdadera lotería que en general al principio tiene muy poca incidencia sobre el organismo en general.

Una cuota normal de oxidación es parte de la vida misma.

Para dar un ejemplo, cada célula puede recibir por día entre 1.000 y 1.000.000 de estas “micro-agresiones”. Pero una sola bocanada de humo de cigarrillo (¿hace falta decir que es un poderoso tóxico?) suma de golpe 100.000 billones de radicales libres, y estos excesos aceleran la oxidación en el interior de las células muy por encima de los valores normales. Son lo que se denomina estrés oxidativo.

A mayor estrés oxidativo, esas microinjurias se multiplican y generen mayor riesgo potencial de que se produzcan las consecuencias más temidas, tales como alteraciones en el material genético (ADN) que cada célula atesora y, con ello, todo tipo de desórdenes en las funciones vitales de los tejidos.

Incluso, puede favorecer la formación de tumores o inhibir los mecanismos naturales de defensa del cuerpo contra ellos.

Hoy se piensa que los procesos orgánicos del envejecimiento e incluso el origen de casi todas las enfermedades crónicas conocidas y de alta prevalencia (desde el cáncer hasta los factores de riesgo cardiovascular) están íntimamente relacionados con el estrés oxidativo.

Las más recientes investigaciones científicas confirman que una dieta y un estilo de vida inadecuados producen un importante estrés oxidativo.

El organismo sano normalmente produce sustancias que ayudan a contrarrestarlo; pero si a través de nuestra dieta y nuestro estilo de vida (o algún problema de salud preexistente) seguimos alimentando el estrés oxidativo, que ya de por sí tiende a ser cada vez mayor con el paso de los años, nuestra protección natural deja de ser efectiva y cae vencida.

Consejos para disminuir el estrés oxidativo

¿Qué se puede hacer para disminuir el estrés oxidativo?

En general los médicos recomendamos las medidas estándar de reducción de los factores de riesgo, basadas en una alimentación variada y sin exceso de grasas, y mantenerse físicamente lo más activo posible.

Durante mucho tiempo se recomendaron suplementos polivitamínicos por su gran poder antioxidante; pero pueden tener algún tipo de efecto adverso, y por eso hoy preferimos los llamados antioxidantes “inteligentes”, como el resveratrol, extraído de las uvas.

Estas sustancias reactivan los mecanismos naturales del propio organismo para neutralizar a los radicales libres, por lo que logran mejores efectos energizantes, antiage y preventivos, pero sin los riesgos que podría suponer tomar vitaminas en exceso.

Por Dr. Raúl Pastor, médico investigador de la Comisión Europea para la

Investigación y la Innovación y Jefe de sección en la IV Cátedra de Medicina

Interna del Hospital de Clínicas “José de San Martín”. Fuente: Clarín.