La controversia de la “pedicuría Spa” con peces garra rufa

Recientemente, la Suprema Corte de EE. UU. ratificó un fallo del Tribunal de Arizona, el cual dictaminó que los servicios de pedicuría realizados a través de los peces “garra rufa” eran una práctica insegura en términos de profilaxis.

Entidades oficiales de protección de la salud en Inglaterra han informado que dicha práctica conlleva el riesgo de propagar enfermedades como el VIH y la hepatitis C.

En dichos informes se ha advertido que las personas con diabetes, psoriasis o un sistema inmunológico débil son especialmente vulnerables y no deberían tomar tales prestaciones.

Recordamos que los tratamientos en que decenas de peces diminutos mordisquean la piel muerta de los pies de los clientes, han formado parte de una propuesta cada vez más popular.

Los riesgos se presentan en dos aspectos: por un lado, el agua del tanque donde se encuentran los peces contiene microorganismos y podría generar problemas a partir de las bacterias que estos transmiten; las mismas podrían contaminar el agua del Spa, o de un cliente a otro si no se la cambia con mucha frecuencia.

Por otro lado, si un usuario está infectado con un virus de transmisión sanguínea como el VIH o la hepatitis y sangra en el agua, existe el riesgo de que estas enfermedades puedan ser transmitidas.

Si bien, cuando se siguen los procedimientos de higiene correctos, el riesgo de infección será muy bajo, el riesgo de transmisión de una serie de infecciones - esto sí incluye virus como el VIH y la hepatitis -, es más difícil de prevenir.

Sería oportuno que se realizaran las consultas y estudios necesarios para establecer el grado de riesgo que estas prácticas conllevan y que se establezcan regulaciones y controles pertinentes.